La búsqueda de refugio, calor, seguridad y hospitalidad es tan antigua como la humanidad.
Por lo tanto, puede que no haya parecido extraordinario que un hombre y su esposa, a punto de dar a luz, cruzaran las calles de un pueblo extraño a altas horas de la noche, tocando puertas bien cerradas con la esperanza de encontrar un lugar para descansar y darle al bebé una bienvenida buena a este mundo.
Las migajas de compasión y hospitalidad que finalmente encontraron los dejaron alojados entre animales en lo que de alguna manera se convirtió en un lugar de nacimiento suficiente para el Verbo hecho carne, el Salvador de toda la humanidad.
Esa es la historia no solo de cómo el Hijo de Dios llegó al mundo, sino de cómo habita todos los días en los corazones, las mentes y las comunidades de las personas a las que vino a salvar.
Todos los que escuchan el Evangelio son posaderos que deben decidir si tienen espacio para él.
Esa es la base de una tradición de Adviento de larga tradición que se observa cada año en millones de hogares en este hemisferio.
“Las Posadas” son una celebración comunal que se llevan a cabo en la mayoría de los países de América Latina en los días previos a la Navidad.
“Es una tradición de recrear la larga y frustrante experiencia de María y José de buscar un lugar para descansar y dar a luz a un bebé”, comentó el Diácono Enrique Castro, director diocesano de Ministerios Hispanos e Interculturales y director ejecutivo de Formación en la Fe, incluyendo la preparación para el matrimonio y la vida familiar.
Arraigado en el movimiento y la participación activa, Las Posadas atraen a personas de todas las edades, especialmente a los niños.
Cada noche, los participantes van de casa en casa, tocando puertas y cantando.
“Los que caminan afuera representan a María, José y Jesús de camino tratando de encontrar un lugar para descansar”, dijo el Diácono Castro.
En cada casa, experimentan rechazo, tal como sucedió en Belén hace 2000 años.
“Hacen esto hasta que llegan a un hogar donde son bienvenidos”, afirmó el Diácono Castro. “Abren sus puertas y los dejan entrar”.
Una vez dentro, las personas veneran una imagen de Jesús mientras elevan su oración hacia el cielo: “Esta Navidad, Jesús, te ofrezco un lugar en la posada de mi corazón. Haz de él un pesebre donde puedas nacer”.
Es una celebración que combina hospitalidad y reverencia.
“También es un tiempo de oración al reflexionar sobre la incertidumbre de María y José mientras buscaban desesperadamente un lugar para dar a luz a su hijo, el Hijo de Dios”, mencionó el Diácono Castro.
Además, los participantes reflexionan sobre la alegría y el asombro de los pastores, quienes, guiados por la noticia del ángel, corrieron presurosos desde los campos hacia Belén para adorar a su Salvador recién nacido.
La mayoría de las parroquias con grandes poblaciones hispanas en la diócesis, ofrecen algún tipo de observancia comunitaria de Las Posadas.
Personas de todas las tradiciones étnicas, lingüísticas y culturales están invitadas a participar en esta tradición, en comunidad o en el hogar, como una ayuda para su preparación para la Navidad.
Volviéndose como niños
Las Posadas comenzaron entre los católicos de México y se extendieron por gran parte de América Latina y los Estados Unidos.
“La hospitalidad está profundamente arraigada en la cultura latinoamericana y, en consecuencia, en sus tradiciones religiosas como Las Posadas”, señaló José María González, director de formación de la Escuela Sacred Heart [Sagrado Corazón] en Sedalia.
“En esta celebración, las diferentes casas —u otros edificios, en algunos casos— se convierten en una posada para las personas que participan”, explicó.
Juntos oran, comparten alimentos, cantan y se regocijan por la próxima llegada del Señor.
“No importa si no conocen a los que viven en la casa que están visitando”, comentó el Sr. González. “Saben que son bienvenidos como miembros de una gran familia que llamamos Iglesia”.
Se alienta especialmente a los niños a participar, para ayudarlos a comprender y mantenerse enfocados en el verdadero sentido de la Navidad.
“Los niños se disfrazan y hacen el papel de María, José, los ángeles, pastores y otras figuras importantes de la historia del nacimiento de Cristo”, señaló el Sr. González.
Las oraciones y cantos suelen estar centrados en la Navidad, teniendo su origen en España.
“Los cantos navideños se llaman Villancicos, y tienen una vibra infantil, como si todos fuéramos niños pequeños cantándole a María, José y al Niño Jesús”, dijo el Sr. González.
“Me gusta mucho porque te permite ser un niño y dejar atrás tus preocupaciones de 'adulto' y concentrarte en adorar a nuestro Señor recién nacido”, compartió.
“Siguiendo su ejemplo”
Las Posadas han evolucionado mientras se extendieron por gran parte de América Central, Sur América y los Estados Unidos.
“Como cualquier otra tradición, tiende a fusionarse con la cultura del país donde se lleva a cabo”, señaló el Sr. González. “El espíritu es el mismo, pero la forma en que se celebra esto puede cambiar mucho”.
Muchos de los que celebran Las Posadas han experimentado algún aspecto del viaje de la Sagrada Familia, ya sea buscando lugar en la posada o huyendo a otro país por su seguridad y la de sus hijos, o tienen amigos o familiares que lo han hecho.
Las variaciones regionales incluyen la cantidad de días que se celebra la tradición, la selección de música y oraciones, la extensión de la actuación cuando los niños interpretan papeles y el tipo de comida que se ofrece.
En todos los casos, hay un claro entendimiento de que acoger a las personas en el nombre de Cristo significa darle la bienvenida.
“El corazón de la hospitalidad católica se basa en el hecho de que Jesús fue muy claro acerca de su presencia en las personas que nos rodean”, dijo el Sr. González. “Cuando tratamos bien a las personas, tratamos bien a Jesús. Cuando fallamos en tratar bien a las personas, fallamos en tratar bien a Jesús”.
“No importa quién sea la persona”, continuó el Sr. González, “esa persona es valorada por Jesús y creada a imagen de Dios, por lo tanto, merece todo nuestro amor y hospitalidad”.
Esa conexión es aún más fuerte si la persona está sufriendo o necesitada.
“Si ese es el caso, tenemos una obligación aún mayor de ayudar y servir”, señaló el Sr. González. “Y lo hacemos con alegría porque estamos siguiendo su ejemplo”.
Un propósito claro
El Sr. González explicó que algunos países de América Latina, incluyendo Chile, su tierra natal, no celebran Las Posadas.
Advirtió contra “acumular devociones como si fueran una especie de medallas” o elevarlas por encima de los Sacramentos, especialmente la Eucaristía.
“La Santa Misa está en el centro de nuestra vida espiritual”, señaló, “y somos libres de desarrollar devociones que nos ayuden a acercarnos a Dios y, en consecuencia, a las personas”.
Con eso en mente, llamó a Las Posadas “un excelente ejemplo de una devoción católica que ayuda a las personas a celebrar la Navidad con un mayor enfoque en Dios”.
“Y dado que la hospitalidad es un componente esencial, ayuda a las personas a compartir y regocijarse juntas, sin importar su origen étnico”, dijo.
Los recursos de oración por Las Posadas se publican en la página de Facebook del Ministerio Hispano de la diócesis “Ministerio Hispano - Diócesis de JC”.
Partes de este artículo se publicaron originalmente en la edición del 14 de diciembre de 2018 de The Catholic Missourian.