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“Una familia, una fe, una Iglesia”.
Las palabras del Obispo W. Shawn McKnight resonaron fuerte y claramente en la renovada Catedral de San José en Jefferson City.
“Bienvenidos a su Catedral, la iglesia madre de la diócesis, y que ha sido recientemente renovada”, exclamó en español dirigiéndose a cientos de católicos hispanos de toda la diócesis.
Esto se dio el 18 de junio, día en que las parroquias de estos 38 condados celebraron la fiesta del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María, patrona de la diócesis.
“Sepan que ésta es nuestra casa”, comentó el obispo a los fieles, algunos de los cuales habían viajado hasta tres horas.
Fue la primera Misa ofrecida en español en la Catedral después de su re-dedicación el 5 de mayo, luego de una extensa renovación de 16 meses.
“Somos una familia de una fe, de una Iglesia”, declaró el obispo.
“Nuestra familia está ricamente bendecida con personas de diversas culturas e idiomas de varios lugares del mundo entero”, afirmó. “En esta diversidad, encontramos apoyo espiritual”.
“Nos pertenecemos los unos a los otros como hermanos y hermanas en Cristo”, dijo.
Unidos en la diversidad
Autobuses y vehículos de toda la diócesis comenzaron a llegar alrededor del mediodía para la Misa de la 1 p.m.
Asistieron muchos niños.
También se ofrecieron confesiones en español.
El pueblo de Dios oró y cantó a bordo de cinco autobuses de varias comunidades. Al llegar a la catedral, entraron en procesión mientras cantaban.
Un grupo de Sedalia y Marshall colocaron una estatua de la Santísima Virgen y ramos de flores frente el ambón.
Los sacerdotes concelebrantes incluyeron a: Monseñor Gregory Higley, Padre Thomas Alber, Padre Joseph Corel, Padre Francis Doyle, Padre David Veit, Padre Anthony Viviano, Padre Jeremy Secrist.
El Rev. Sr. Christopher Hoffmann, un diácono transicional que espera ser ordenado sacerdote el próximo año, y el Diácono Enrique Castro, director diocesano de Ministerios Hispanos e Interculturales y director ejecutivo del Departamento de Formación en la Fe de la diócesis, asistieron en el altar.
El Padre Brad Berhorst fungió como maestro de ceremonias.
Los diez diáconos de la diócesis se revistieron y participaron en esta celebración.
El Diácono Castro predicó la homilía, recordando a los católicos hispanos que son miembros integrales de sus parroquias y comunidades.
“La Iglesia nos necesita, nuestras parroquias nos necesitan y nos necesitamos unos a otros”, dijo.
Recordó cómo sus padres lo habían llevado a él y a sus hermanos en peregrinaciones a la catedral local y a los santuarios católicos de su diócesis en el centro de México.
“Esto es muy común en nuestros países de origen”, dijo. “Es parte de nuestra tradición ir y visitar estos lugares sagrados”.
De manera similar, María y José llevaron a Jesús al Templo de Jerusalén, la morada de Dios con su pueblo, como parte de la costumbre de celebrar la Pascua (Lucas 2, 41-52).
Cuando se dieron cuenta que Jesús no estaba con ellos mientras regresaban a casa, se apresuraron a regresar a Jerusalén para buscarlo.
Específicamente, regresaron al Templo y lo encontraron allí.
“¿Por qué nosotros, como católicos, visitamos lugares santos?” preguntó el Diácono Castro. “Por la misma razón que María y José se apresuraron a regresar al Templo: para encontrar a Jesús”.
Haciendo eco de la homilía que el Obispo McKnight predicó durante la Misa de rededicación de la Catedral, el Diácono Castro mencionó que las estructuras físicas revelan la presencia de Dios y su pueblo, “donde somos alimentados y fortalecidos para la misión de evangelizar el mundo”.
“Esta Catedral”, afirmó el diácono, “como todas nuestras iglesias y espacios sagrados, revela una unión de la realidad humana y divina”.
Esa convergencia se ilustra en muchas de las obras de arte que encontramos en la Catedral.
El Diácono Castro, parafraseando nuevamente al obispo, habló de cómo el entretejido de lo clásico, lo tradicional y los estilos artísticos contemporáneos en todo espacio sagrado “manifiesta nuestra comunión con la una sola Iglesia a través de los siglos”.
“Representa la profunda diversidad de la Iglesia y de nuestra diócesis”, afirmó el diácono.
Animó a la asamblea a mirar alrededor y reconocer la diversidad presente dentro de las comunidades hispanas.
“Fíjense en la persona a su lado, que podría ser mexicana, salvadoreña, hondureña o de una multitud de otros lugares”, dijo.
“Pero al ir a la iglesia, al reunirnos en esta Catedral renovada, nos unimos por medio de nuestra fe católica que compartimos y en nuestra relación con Cristo”, afirmó.
Señaló el mosaico reluciente sobre el altar y el tabernáculo, que representa a Dios Padre y Dios Espíritu Santo, superpuesto con un crucifijo que representaba a Dios Hijo.
“La unidad de la Santísima Trinidad es lo que Dios desea para todos nosotros”, dijo el Diácono Castro. “Cuando venimos aquí, nos unimos en nuestra diversidad. Llegamos a ser uno en él”.
El camino a la santidad
El Diácono Castro habló también de la Sagrada Familia, destacada en los mosaicos del santuario de San José, patrono de la Catedral, sosteniendo al niño Jesús, y el Inmaculado Corazón de María, patrona de la diócesis.
“¿Y a dónde fueron María y José cuando tuvieron problemas para encontrar a Jesús?” preguntó el diácono. “¡Fueron al Templo! ¡A la casa del Señor! Porque como familia, mantuvieron a Dios en el centro de sus vidas.
“Entonces, ¿a dónde vamos cuando enfrentamos dificultades y desafíos en nuestras vidas?” preguntó el Diácono Castro. “¿Acudimos a Dios o tratamos de encontrar una solución en otro lugar?”
Recordó la caracterización del Papa Francisco de la Iglesia como “un hospital de campaña para las almas”.
“Ninguno de nosotros es perfecto”, señaló el diácono. “Pero estamos aquí, poniendo nuestra humanidad herida ante el amor y la divinidad de Dios en la Iglesia”.
Este intercambio encarnacional alcanza su plenitud en la celebración de la Eucaristía, el cual las familias están llamadas a vivir juntas cada domingo.
El Diácono Castro señaló que el nuevo altar de la Catedral contiene las reliquias de 10 amados santos.
“Eran seres humanos como tú y como yo”, afirmó. “Pero ahora son santos en el cielo con Dios.
“Y sobre ese altar es donde tiene lugar el misterio, donde Dios se humilla para estar presente con nosotros”, continuó el diácono.
“Cada vez que participamos de la Eucaristía, nos convertimos en la morada de Dios, con nuestra humanidad uniéndose a la divinidad de Dios”, dijo.
La respuesta adecuada a este don es salir, poner en práctica el Evangelio todos los días y llevar a las personas de regreso a Dios.
“Venimos aquí no solo para alimentar nuestras almas, sino también para compartir ese alimento con los demás”, declaró el Diácono Castro.
Misión urgente
El Diácono Castro afirmó que los inmigrantes hispanos y su descendencia tienen una misión particular en la Iglesia en los Estados Unidos y en esta diócesis.
“Estamos llamados a salir a acercarnos no solo a los que son como nosotros, sino también a otros que no son como nosotros”, dijo.
Señaló las comunidades más pequeñas pero significativas de inmigrantes y minorías étnicas en varias parroquias de la diócesis.
“Necesitamos dejar de lado cualquier miedo y simplemente acercarnos a nuestros hermanos y hermanas”, dijo.
“Si por alguna razón, en algún momento, sufrimos aislamiento o tal vez injusticia, debemos evitar hacer lo mismo con otros en nuestras comunidades”, afirmó.
Le recordó a la asamblea la visión del Obispo McKnight de que cada parroquia promueva entre sus miembros la espiritualidad de la ‘buena administración’ y el compartir los dones de Dios; realizar la obra del Evangelio con espíritu de mutuo respeto y corresponsabilidad; y ser universalmente reconocidos como centros de caridad y santuarios de misericordia.
“Cada uno de nosotros tiene un papel esencial en el desempeño de la misión de la Iglesia en los lugares donde vivimos y trabajamos”, dijo el diácono.
Totalmente bendecido
Aurora Guillen de la Parroquia San Pedro en Jefferson City y Carmen García de la Parroquia de la Anunciación en California sirvieron como lectores en la Misa.
La familia Alvarado de la Parroquia Santa María en Milán presentaron las ofrendas del pan y el vino durante el Ofertorio.
Un coro formado por miembros de la Parroquia San Vicente de Paúl en Sedalia y la Parroquia San Pedro en Jefferson City, dirigido por Nicholas Liese, se encargó de los cantos.
Los monaguillos y los voluntarios de hospitalidad eran miembros de la Parroquia Sagrado Corazón en Columbia y la Parroquia San Pedro en Marshall.
Osmaro de León, candidato al diaconado permanente, actuó como turiferario.
Después de la homilía, el Obispo McKnight comisionó a los delegados de esta diócesis al Encuentro Regional Hispano que se llevará a cabo en Kansas City este verano.
Asistirán delegados de las diócesis católicas de Missouri, Iowa, Kansas y Nebraska.
Esta será la primera reunión de este tipo para esta región después de la pandemia.
“El propósito es orar y reflexionar, pero también equipar a los líderes hispanos en su liderazgo y comprensión de la pastoral hispana en nuestra región”, dijo el Diácono Castro.
Como era el Día del Padre, el Obispo McKnight también ofreció una oración especial por todos los papás presentes en la asamblea.
Saludó a la gente y se detuvo para tomarse fotos con el pueblo en el vestíbulo después de la Misa.
Varios también se tomaron la foto en la Catedral con un nuevo mosaico de Nuestra Señora de Guadalupe.
Y para cerrar se llevó a cabo una recepción con comida en Cana Hall de la Catedral.
El grupo de Sedalia y Marshall llevaron la estatua de la Santísima Madre que habían traído, como recuerdo de la ocasión.
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